Los veranos andaluces son secos y extremadamente calurosos. Dichas condiciones climatológicas no son precisamente las ideales para producir tintos de gran calidad. Sin embargo a la altura de casi 1300 m en que se encuentran nuestras viñas caen precipitaciones suficientes en la época del cíclo vegetativo de las vides entre enero y abril, la temperatura baja por las noches de forma considerable especialmente cuando sopla el viento proveniente del mar o de la Sierra y además en invierno no es raro que nieve. Este clima tan especial sumado a los suelos porosos y ricos en pizarra y minerales contribuyen a producir vinos de gran elegancia, estructura e intensos aromas.
Los duros inviernos constituyen una forma natural de conceder un descanso a las viñas